Skip to main content

Al alquilar una vivienda, son muchas las dudas que asaltan al propietario a la hora de encontrar un buen inquilino. ¿Cuidará de mi casa? ¿Tendré problemas con los vecinos? ¿Me pagará puntualmente? ¿Se quedará por mucho tiempo?

Alquilar el piso a un buen inquilino es fundamental para asegurar una buena rentabilidad del activo inmobiliario, así como para disfrutar de una gestión sin sobresaltos. En ese sentido, entendemos por buen inquilino aquel que:

  • Paga a tiempo el alquiler. Una cuestión de solvencia para la que tendremos que requerir toda la información económica necesaria.
  • Cuida de la vivienda. Debe ser una persona que valore el orden y cuide del inmueble que le ha sido cedido, como si fuese suyo.
  • Evita problemas vecinales. La convivencia con la escalera no debe verse alterada. Por ello conviene dejar claras las normas.

En la mayoría de los casos, encontrar un buen inquilino no es cuestión de suerte, sino de dar los pasos adecuados. A continuación, ofrecemos algunos consejos para tener éxito con esta decisión.

La primera clave está en el precio de alquiler

Al contrario de lo que pueda parecer, el mejor inquilino no es el que pueda pagar más dinero. De hecho, anunciar de partida un precio demasiado alto puede ahuyentar a perfiles de inquilinos preferibles a nivel de estabilidad y buen comportamiento (familias, parejas jóvenes) y limitar las visitas a candidatos de mayor riesgo, como es el caso de inquilinos que buscan realquilar la vivienda.

La segunda, el estado de la vivienda

Encontrar un buen inquilino es en muchos casos, una cuestión de probabilidad. Lo mejor es atraer al mayor número posible de candidatos. Para ello, No es necesario tener una vivienda con acabados de alto standing. Pero sí que es  positivo que la vivienda sea atractiva a un segmento lo más amplio posible de la población.

¿Qué puede hacer el propietario para ello?

  1. Evitar que la vivienda tenga demasiado “carácter”. De cara a alquilar una vivienda, es preferible que la vivienda carezca de elementos demasiado personales: colores llamativos; cocina, muebles o acabados fuera de lo normal. Por muy buen gusto que tenga el propietario, no todo el mundo tiene por qué compartirlo.
  2. Reformar antes de alquilar. Basta con centrarse en actualizar los elementos más desfasados que puedan poner en peligro el interés de muchos inquilinos: griferías obsoletas, paredes o suelos deslucidos, carpintería dañada… No hay reformas más rentables que las pensadas en sacar al mercado una vivienda. Con ellas se aumenta tanto la demanda como el precio del alquiler que se puede pedir.

La tercera clave: la solvencia del inquilino

La solvencia económica de un inquilino es uno de los factores que más preocupa a los propietarios. Para asegurar el puntual cumplimiento con el pago de la renta, es imprescindible comprobar antes de la firma del contrato:

  1. El nivel de ingresos. El pago de la renta de debería comprometer más del 40% de los ingresos netos de los inquilinos firmantes.
  2. La estabilidad laboral. Para ello es conveniente solicitar la vida laboral del inquilino.
  3. Garantías adicionales. Se pueden exigir otras garantías como el depósito de una fianza adicional, la disponibilidad de un aval bancario o personal.

Para comprobar esta información, es aconsejable solicitar documentación original y verificable. Desgraciadamente, los casos de falsificación documental son más frecuentes de lo deseable.

La cuarta está en el “olfato” del propietario

La elección de un buen inquilino puede ser una cuestión intuitiva o una decisión basada en la experiencia del propietario. Para no depender de ese “olfato”, es bueno hacer una entrevista en profundidad en la que como mínimo tratemos estos temas:

  1. ¿Qué te hizo mudarte? Una promoción laboral o la mayor necesidad de espacio son las mejores respuestas.
  2. ¿Vivirás solo? ¿Tienes mascota? ¿Qué te gusta hacer los fines de semana? Conocer el estilo de vida es una buena manera de mantener la buena convivencia vecinal.
  3. ¿Subarrendarás la vivienda? Si bien es una pregunta fácilmente eludible, no está de más recordar al inquilino que está prohibido realquilar una vivienda si así lo establece el contrato.
  4. ¿Me puedes dar el teléfono de tu anterior arrendador? Un buen inquilino no debería tener ningún problema en que podamos contactar al dueño del piso en el que está actualmente.

La quinta y última, nuestro trato con el inquilino

La buena relación con el inquilino es un camino con doble sentido. Se podría decir que una parte importante de las desavenencias entre propietario e inquilino se han originado por una mala comunicación entre las partes. Por cláusulas o decisiones mal comunicadas, o por conflictos a la hora de asumir diferentes gastos. Son frecuentes los desacuerdos en la asunción de determinadas reparaciones que derivan en conflictos más graves.

Encontrar un buen inquilino con Rentuos

Una vez repasadas estas cinco claves para encontrar un buen inquilino, hay que recalcar que el inquilino perfecto no existe, y mucho menos el riesgo cero a tener algún problema a lo largo del contrato de arrendamiento. Aún así, esperamos que estos consejos sean de utilidad para reducir al máximo los problemas derivados de una mala elección del inquilino. Y recuerda que con Rentuos te ayudamos con este aspecto.

¿Necesitas asesoramiento experto?

Solicita una primera reunión sin coste ni compromiso

Deja una respuesta